tag:blogger.com,1999:blog-51369876531704341772024-03-05T00:17:42.018-08:00PaquitoDel libro "Regresando del Mar de la Felicidad", de Robert AlonsoRobert Alonsohttp://www.blogger.com/profile/02696194583657645377noreply@blogger.comBlogger1125tag:blogger.com,1999:blog-5136987653170434177.post-62916136882340424342010-04-29T03:11:00.000-07:002011-05-28T18:50:14.450-07:00<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB06mSOVTbXSrGtu7q2G_MqzHy5Ng0Wkr1-zehQywgd7C5W4Y8w2llFtYFuolB4v6ILp968A-n_YD51LZ_ioIR-wza9ndeFOSqbKU_f2eFROB0qeJIs5cggr3OB033wG7qdHg0_PIMO0JW/s1600/paquito.jpg" onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}"><img style="display:block; margin:0px auto 10px; text-align:center;cursor:pointer; cursor:hand;width: 286px; height: 174px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgB06mSOVTbXSrGtu7q2G_MqzHy5Ng0Wkr1-zehQywgd7C5W4Y8w2llFtYFuolB4v6ILp968A-n_YD51LZ_ioIR-wza9ndeFOSqbKU_f2eFROB0qeJIs5cggr3OB033wG7qdHg0_PIMO0JW/s400/paquito.jpg" border="0" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5611948532378921794" /></a><div><p class="MsoNoSpacing" align="center" style="text-align:center"><b><span lang="ES-VE" style="font-size:30.0pt;font-family:"Times New Roman","serif"; mso-ascii-theme-font:major-bidi;mso-hansi-theme-font:major-bidi;mso-bidi-theme-font: major-bidi;color:#00B050;mso-ansi-language:ES-VE">Paquito<o:p></o:p></span></b></p> <span lang="ES-VE" style="font-size:20.0pt;line-height:115%;font-family:"Calibri","sans-serif"; mso-ascii-theme-font:minor-latin;mso-fareast-font-family:Calibri;mso-fareast-theme-font: minor-latin;mso-hansi-theme-font:minor-latin;mso-bidi-font-family:Arial; mso-bidi-theme-font:minor-bidi;mso-ansi-language:ES-VE;mso-fareast-language: EN-US;mso-bidi-language:AR-SA"><div style="text-align: center;"><a href="http://videosde1992.blogspot.com/">Índice de Alertas</a></div></span></div><div><br /></div><div><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span lang="ES-TRAD" style="font-size:9.0pt;font-family:"Verdana","sans-serif"">El teléfono sonó casi al amanecer. Mi amigo <span style="mso-bidi-font-weight:bold">Francisco José de la Concepción Díaz Gómez me llamaba con la voz temblorosa.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Había enviado una carta al diario El Nacional de Caracas, en la cual relataba las experiencias vividas en su reciente viaje de “turista” a Cuba que acababan de publicar mochada de una manera impresionante.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Me llamaba para proponerme que escribiera un libro sobre su vida y regreso al “mar de felicidad”.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Al cabo de una hora lo tenía frente a mí, en mi finca de El Hatillo, donde los ruidos de las cacerolas no llegan.</span><o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; ">“Paquito”, como le decíamos desde niño en nuestra Cuba, tenía sus días contado. Hacía un par de meses que su médico le detectó un cáncer pulmonar terminal.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Su último deseo fue regresar a la tierra que le vio nacer, la cual dejó -- igual que yo -- a los 11 años.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Su madre murió de inanición y tristeza en la prisión de mujeres de Santa Clara, donde purgaba una sentencia por preparar a unos niños “soberanos” para que hicieran la primera comunión en la Cuba enajenada de Castro.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Su propia hermana – la tía Carmelina – había declarado en su contra en el juicio, aceptando que había intenciones subversivas en las enseñanzas cristianas de su hermana.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; ">Luego de años de intentar abandonar la isla con su padre y su hermana, emigró con lo que quedaba de su núcleo familiar a los Estados Unidos.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Su padre murió como médico en una misión en la guerra de Vietnam, bajo el fuego “amigo” y debido a un error de cálculos cometido por la artillería estadounidense.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Su hermana es hoy madre superiora de un convento en España.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; ">“Paquito” se había casado con una estupenda y valerosa mujer venezolana con quien tuvo siete hijos, todos nacidos en Venezuela.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Su regreso a Cuba – por el breve lapso de dos semanas – fue traumático, pero tenía que morir sabiendo que había perdonado a su tía y primos… y luego de haber visitado su patria por última vez.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; ">El libro de 384 páginas lo titulamos, “Regresando al Mar de Felicidad”.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>En él “Paquito” cuenta su historia y yo la mía, la cual comienza el 27 de octubre de 1492 -- día en que comenzó la tragedia de Cuba -- y termina con el retorno de mi amigo a su hogar en Venezuela.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; ">Es un compendio de alertas tras alertas, no solo para nuestros hermanos venezolanos y para mis otros hermanos, los cubanos.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Es un alerta universal, porque el demonio y sus secuelas no respetan tiempos ni fronteras.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>La obra estaba lista para entrar en imprenta en enero de 2001, pero los editores, luego de mucho vacilar, decidieron congelar el proyecto.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Dicen que el miedo es libre.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; ">Hoy les quiero obsequiar tan solo el final del libro que con tanto dolor escribí para mi recordado amigo “Paquito” como un legado a sus hijos y a los míos…</span></p> <p class="MsoNormal" align="center" style="text-align:center"><b style="mso-bidi-font-weight: normal"><span lang="ES-TRAD" style="font-size:15.0pt">CAPITULO FINAL<o:p></o:p></span></b></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; ">Cuando el avión aterrizó en <i>Maiquetía </i>(44) sentí un alivio impresionante.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Pensé que debía escribir algo para alertar a mi pueblo hermano venezolano.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Redacté una carta al diario <i>El Nacional</i>, no tan larga como ésta, pero un poco pasada de líneas que fue atrozmente “tijereteada” al punto casi de la deformación total.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Una pesadilla así, como la que vi en mi patria natal no la quisiera jamás para mi patria adoptiva... ni para mis hijos venezolanos de nacimiento.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Seguro que tenemos problemas y serios, pero son solucionables.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Todavía nuestro pueblo venezolano no tiene capacidad para entender, ni siquiera para imaginarse, la tragedia de mis otros hermanos.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Además, tenía que haber alguien que le contestara al presidente <b>Chávez</b> en los términos correctos y completos.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Referirse a Cuba como de un “mar de felicidad” es una ofensa para esas miles de madres cubanas que se han quedado sin hijos, gracias a la “<i>Revolución</i>”; para millones de familias -- como la mía -- que fueron separadas para siempre; para esos miles de huérfanos que Fidel cosechó en sus campos de exterminio, para los cientos de miles de presos de conciencia que han dejado su vida en el óxido de sus barrotes y para todo un pueblo que más que vivir sobrevive en un infierno signado por la miseria, la maldad, el odio y la desidia.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Sé que puede ser peligroso hablar con claridad sobre un tema tan álgido, pero ese es el precio que, en todo caso, debo pagar por defender la dignidad de mi pueblo y la mía propia.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Se lo debo a mis hermanos venezolanos, a mis hijos y a mis padres.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Se lo debo a Cuba y a <i>Venezuela</i>.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Pienso que para un cubano libre como yo, el quedarse callado ante semejante prosa “poética” que califica la tragedia de nuestro pueblo como de “mar de felicidad”, es no sólo un acto de extrema ofensa, sino una imperdonable complicidad.<span style="mso-spacerun:yes"> </span></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; ">A mis hermanos venezolanos los alerto para que se mantengan firmes ante cualquier “desvío” hacia <span style="mso-bidi-font-weight:bold">ese</span> “mar” del cual hemos venido hablando.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Que no se pierda la ruta, porque para luego será tarde... y la patria será irrecuperable.</span></p><p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; ">A la empresa privada que se mantenga alerta y se vea en el espejo de la ya tristemente famosa “COMPAÑÍA INDUSTRIAL EMPACADORA DE DULCES S.A.” la cual en el año 59 financió el “glorioso” <i>ÁLBUM DE LA REVOLUCIÓN CUBANA</i> y terminó “siquitrillada”, como todas.</span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; ">A los medios de comunicación social, que hoy se yerguen como la única oposición verdadera al régimen, que no bajen la guardia y se acuerden del destino de <i>Bohemia</i> y de su fundador, <b>Miguel Quevedo</b>.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Que tengan en cuenta que no hay espacio para retroceder un solo centímetro para defender el sagrado derecho a informar, según lo consagra nuestra <i>bolivariana</i> constitución.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Aquí: o es todo, o es nada.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Una vez que claudiquemos nos quedaremos “en la calle y sin llavín”.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>La prensa cubana se olvidó de aquel famoso pensamiento de <b>Don Pepín Rivero</b>, propietario fundador del “<i>Diario de la Marina</i>” en Cuba, quien aseguró mucho antes del desastre: “<b><i>Transigir con un comunista es mil veces peor que transigir con un ladrón... sin que con esto quiera yo ofender a los ladrones</i></b>.”<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Vale la pena un poco de valentía ahora y no convertirnos en mártires más adelante.<span style="mso-spacerun:yes"> </span><i>Venezuela</i> no necesita una <b>MARTA BEATRIZ ROQUE</b>, pero sí hacerle ver a nuestro presidente --- con todo el coraje y obstinación posibles --- que, en efecto, <b>LA PATRIA ES DE TODOS</b>, no únicamente para sus “<i>patriotas bolivarianos</i>”.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Es de los adecos, los copeyanos, los independientes, los afectos al régimen como los “disidentes”, los curas, los evangélicos, los ateos, los socialistas y los neoliberales; los niños y los ancianos; los cultos, los incultos, los analfabetos y los letrados; los ricos, los pobres,<span style="mso-spacerun:yes"> </span>los negros, los blancos, los derechistas, los izquierdistas, los “anarquistas”, los hombres y las mujeres...<i> <b><u>¡</u>DE TODOS</b>!</i><span style="mso-tab-count:1"> </span></span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; "> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span lang="ES-TRAD" style="font-size:9.0pt;font-family:"Verdana","sans-serif"">Camino del aeropuerto, hacia mi hogar en Caracas, regresé a Cuba por última vez.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Mis ojos se bañaron en lágrimas al revivir aquel abrazo final, revestido del eterno silencio que precede al adiós que no volverá a repetirse.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Miré hacia una esquina de la sala de mis tíos, donde se llevó a cabo la despedida y vi a mi difunta y adorada madre con la misma cara angelical que acompaña los recuerdos difusos que de ella arrastro desde niño.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Quise hablarle, pero me interrumpió con un ademán suave y tierno... <b><i>a veces las cosas más profundas no se dicen con palabras</i></b>.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Volví a forzar mi mente y pude ver que a su lado estaba mi padre, con su característico brazo protector rodeando los delicados y delgados hombros de mi madre.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Todo era parte de la “<i>Revolución</i>”, pensé.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Sólo Dios sabe por qué suceden las cosas que no tienen una explicación lógica.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Salí de aquel mundo de sueños para encontrarme con la expresión comprensiva de mi mujer, <b>María Luisa</b>, la maracucha con corazón valenciano que ha hecho mi vida más llevadera y que hoy secaba mis lágrimas sin mencionar palabra.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Pensé en mis hijos y un profundo sentimiento de impotencia se adueñó de mí.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Dicen que la historia suele repetirse.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; "> </span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span lang="ES-TRAD" style="font-size:9.0pt;font-family:"Verdana","sans-serif"">Llegué a mi hogar en Caracas y sentí unas ansias locas por leer.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Me acordé de <b><i>Las Obras Completas de José Martí</i></b> que tengo en mi biblioteca... y me interné en la lectura como único consuelo para mitigar mis penas.<span style="mso-spacerun:yes"> </span></span><b><span lang="ES-TRAD" style="font-size:10.0pt;font-family:"Verdana","sans-serif""><o:p> </o:p></span></b></p> <p class="MsoNormal" align="center" style="text-align:center"><b style="mso-bidi-font-weight: normal"><span lang="ES-TRAD" style="font-size:15.0pt">EPÍLOGO</span></b><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; "> </span></p> <p class="MsoBodyText"><span lang="ES" style="font-size:9.0pt;font-family:"Verdana","sans-serif"">El 13 de noviembre de este mismo año (2000), recibí una llamada de <b>María Luisa</b>, la mujer de “<b>Paquito</b>”, en la que me informaba que había sido recluido la noche anterior y se encontraba en la habitación 112 del <i>Centro Médico de San Bernardino</i>, en <i>Caracas</i>.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Había sufrido una grave complicación pulmonar y los médicos temían por su vida.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; "> </span></p> <p class="MsoBodyText"><span lang="ES" style="font-size:9.0pt;font-family:"Verdana","sans-serif"">Dos días después moría mi amigo llevándose consigo sus tristes recuerdos, dejando atrás su valeroso testimonio y siete hijos venezolanos que sentían por igual las notas de los gloriosos himnos cubano y venezolano.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Había sembrado en tierra extraña una nueva cepa de jóvenes enriquecidos con la historia, idiosincrasia, la sangre y el sentir de un pueblo noble que le abrió los brazos y le dio abrigo de libertad, donde sus hijos nacieron y se criaron libres.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; "> </span></p> <p class="MsoBodyText"><span lang="ES" style="font-size:9.0pt;font-family:"Verdana","sans-serif"">Su historia es la mía... y la de millones de cubanos impotentes ante la complicidad e ignorancia de muchos y la férrea bota que nos oprime.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Víctima de un pasado imposible de justificar y de un futuro incierto que no acaba de llegar.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Esclavos de nuestras horribles y eternas pesadillas.</span><span class="Apple-style-span" style="font-family: Verdana, sans-serif; font-size: 12px; "> </span></p> <p class="MsoBodyText"><b><span lang="ES" style="font-size:9.0pt;font-family:"Verdana","sans-serif"">Francisco José de la Concepción Díaz Gómez</span></b><span lang="ES" style="font-size:9.0pt; font-family:"Verdana","sans-serif""> hizo realidad su último deseo... regresar a Cuba.<span style="mso-spacerun:yes"> </span>Tal vez el sagrado libro de <i>Eclesiastés</i> -- en su capítulo 3, versículos 19 en adelante --, esté equivocado después de todo y mi amigo “<b>Paquito</b>” ya esté en algún lugar del infinito reunido, finalmente, con sus padres.<o:p></o:p></span></p> <p class="MsoNormal" style="text-align:justify"><span lang="ES-TRAD" style="font-size:9.0pt;font-family:"Verdana","sans-serif""><o:p> </o:p></span><b style="mso-bidi-font-weight:normal"><span lang="ES-TRAD" style="font-size:15.0pt">“REGRESANDO AL MAR DE FELICIDAD”</span></b></p> <p class="MsoNormal"><span lang="ES-TRAD" style="font-size:9.0pt;font-family:"Verdana","sans-serif"">de Robert Alonso<o:p></o:p></span></p></div>Robert Alonsohttp://www.blogger.com/profile/02696194583657645377noreply@blogger.com